El Heraldo

Un viaje de cincuenta años de distancia con la familia Lachmann

roberto casas LUGO

Un soñador Gunter Lachmann caminaba por los alrededores del otrora aeródromo de Las Nieves en Barranquilla y mientras observaba a la flota de LANSA (Líneas Aéreas Nacionales S.A) se dijo así mismo “algún día tengo que volar un avión”.

Aquella frase lanzada al aire por Lachmann, emigrante judío alemán, encendió los motores de sus sueños. Años más tarde y luego de convertirse en

Mi padre fue un soñador y una persona que luchó mucho por sus sueños. Un trabajador incansable” Albert Lachmann Subgerente de Protécnica S.A.S.

piloto, directivos de la extinta Aerocóndor le propusieron comenzar un negocio para dictar clases a sus empleados, acción que impulsaría su vocación por la instrucción y ayudaría a formar la estructura del proyecto de Protécnica como escuela de aviación.

El año del primer tropiezo fue 1985, pues el cierre de Aerovías Cóndor llevó sus vientos colaterales a la incipiente empresa. Con 51 años de edad y arropado por la responsabilidad de sostener a

una familia, Gunter decidió que era la oportunidad de hacer algo diferente, por lo que incursionó en nuevas líneas de negocios con los recursos disponibles.

Siguiendo la estela de su padre en el firmamento, parte de la familia inclina su pasión por la aviación. De esta manera, Bruno, Albert y Jhonny Lachmann comienzan a formar parte del legado familiar tomando cada uno de ellos las riendas de diferentes líneas de negocio.

Ese idilio se vio comprometido un viernes del 2001. Pasado el mediodía, un repentino tornado azotó las instalaciones de la escuela de aviación tumbando “todo a su paso en cuestión de segundos”, relata Albert con ojos acristalados. “Milagrosamente el tornado se desvió de un avión 727 en mantenimiento del que los mecánicos se habían bajado hacía apenas cinco minutos”. Ninguna de las 150 personas que se encontraban en el lugar resultó herida. “Hay que comenzar otra vez” fue la frase que un Gunter Lachmann de 75 años tenía en su mente.

Ante la incertidumbre de un proceso de reconstrucción, Gunter se aferró a la esperanza y se la transmitió al resto de la familia. “Las cosas malas ocurren por el bien de uno mismo”, es la oración que Albert rememora escuchar de su padre y la que fungió como mantra para la tercera etapa de Protécnica.

El resurgimiento de la empresa se logró en parte con dos operaciones fundamentales: el mantenimiento de las flotas de aerolíneas de Venezuela, Colombia y Argentina, así como también el intercambio de vuelos chárter por cemento con varios socios locales.

Tal inyección de trabajo les permitió construir dos anhelados hangares con los que aumentaron la capacidad de realizar sus servicios.

El desarrollo del área aeronáutica en el país conllevó a redireccionar el rumbo y enfocarse en las necesidades del mercado en la formación de pilotos y el servicio de atender pasajeros. La inauguración de una sede en la capital colombiana en 2012 consolidó el primer paso para la expansión nacional.

Cinco mil egresados respaldan su contribución a la aeronáutica colombiana. “Nos enorgullece mucho cuando vemos a nuestros egresados en las mejores aerolíneas del país”, confiesa Albert. “Damos lo mejor para que la gente siga creciendo”, dijo.

La tercera generación de la familia Lachmann se prepara para tomar el mando cuando llegue el momento. Mientras eso ocurre, cada uno de ellos comienza a aportar su granito de arena para prevalecer la filosofía del fundador, modernizar las áreas técnicas y afrontar los próximos retos. David, hijo de Albert, se convirtió en piloto de jet y es el responsable del simulador de vuelo instalado en su sede norte de Barranquilla. Benjamín, el vástago de Bruno Lachmann, lidera las operaciones desde la céntrica Bogotá.

“¿Quién diría 50 años?”, se preguntó Bruno, el mayor de los hermanos y encargado del taller de aviones grandes. “En todo este tiempo hemos visto al viejo y al nuevo puente Pumarejo”, comenta el otrora piloto. Su hermano Albert, lo complementa: “Hemos visto crecer el aeropuerto de Barranquilla, aunque curiosamente, aún existe un muro contiguo que dividía los antiguos terminales de KLM y Avianca”.

Así como al aeropuerto, la familia Lachmann ha visto crecer a la ciudad a un “ritmo diferente” a cualquier otra en el país, lo que sin duda, según ellos, incrementa el atractivo para que la gente venga a conocerla.

Desde el cielo, el lugar al que decidió pertenecer desde el momento en el que soltó aquella frase, Gunter Lachmann (1927-2012) seguirá siendo la fuente de determinación e inspiración de una Protécnica cuyo legado a la aviación colombiana y barranquillera será eterno.

SUMARIO

es-co

2019-12-01T08:00:00.0000000Z

2019-12-01T08:00:00.0000000Z

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