El Heraldo

PROCURADORA, FISCAL Y ALTAS CORTES

POR ÁLVARO DE LA ESPRIELLA ARANGO

Consideramos que el país puede estar tranquilo en relación con el cumplimiento de los preceptos constitucionales en cuanto a la división de los poderes públicos que consagra la máxima ley de la República en el contexto de una exigente democracia. Colombia es un Estado de Derecho, donde claramente las denominadas altas cortes, la Constitucional, la Corte Suprema de justicia, el Consejo de Estado, tienen siempre la última palabra.

No son los poderes Ejecutivo o Legislativo quienes definen la alta consagración al precepto y su cumplimiento ante exageraciones, despropósitos, violaciones al proceso o desenfoque arbitrario de escoger caminos obedientes del capricho personal, la conveniencia o el aprovechamiento.

Últimamente hemos observado el desbocamiento del alto gobierno en trata de desconocer los caminos constitucionales. Las altas cortes lo han impedido con definiciones claras, contundentes. Como debe ser. Es visible que estos fallos representan el equilibrio de poderes, si se quiere, el contrapeso que la misma Constitución consagra. Y este proceder de las altas cortes nos da la tranquilidad de que existe vigente una estructura de control de legalidad que puede impedir algún exceso o desafuero de la rama ejecutiva o el Congreso cuando pierdan el norte de lo estrictamente legal.

Por otra parte, hace muchos años el país no tenía unos funcionarios tan eficaces, probos, severos, acertados, estrictos, claramente sabios en sus decisiones y apreciaciones como lo son actualmente la procuradora General de la Nación, la Dra. Margarita Cabello, y el fiscal General, doctor Francisco Barbosa, sobre todo con un carácter diáfano. Ellos han demostrado sin aspavientos, sin teatralidad ni exhibicionismo, que ejercen el control, la exigencia, el respeto que la misma Constitución Nacional les impone. Porque son altas posiciones que se prestan para la teatralidad, para ignorar la prudencia, para buscar la fotografía de los medios de comunicación. Los doctores Cabello y Barbosa representan el equilibrio del cual tanto escribió Maurice Duverger y son un orgullo de la patria como servidores públicos. Estamos en un país al cual se aspira llegar a los altos cargos públicos para obtener, por lo general, fines alejados de la pulcritud y la decencia. Hoy día este concepto queda totalmente desvirtuado con la labor de estas dos estrellas de la ley y del cumplimiento de deberes. Por todo ello y por este conjunto de aciertos que aquí mencionamos de estos dos excelentes funcionarios y las altas cortes podemos estar más tranquilos los colombianos contra la embestida de los desafueros, personalizamos, excesos de autoridad y sobre todo de la megalomanía que endulza las personalidades que se mueven en los escenarios públicos.

Ellos han demostrado que ejercen el control, la exigencia y el respeto que la Constitución Nacional les impone”.

OPINIÓN

es-co

2023-03-22T07:00:00.0000000Z

2023-03-22T07:00:00.0000000Z

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